Por Eric Walberg, 12 de mayo de 2011
El Kremlin se limitó a una breve declaración en la que felicitaba a Estados Unidos por su éxito en la matanza de Osama Bin Laden, haciendo notar la experiencia que de primera mano tiene Rusia con el terrorismo. Recordemos el reciente estallido de una bomba el pasado 24 de enero, en el aeropuerto Domededovo de Moscú, que portaba un terrorista suicida checheno, matando a 25 personas.
Ninguna de las autoridades rusas hizo alusión alguna a la ilegalidad de la acción realizada en Paquistán, a pesar de la crítica por parte de Rusia a los Estados Unidos y sus aliados por el bombardeo de Libia sin ninguna consideración del Derecho Internacional, advirtiendo que vetará cualquier resolución de las Naciones Unidas en la que la OTAN trate de ayudar a los rebeldes libios. El sábado, el Ministro de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, dijo que los proyectos de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Italia, Qatar, Kuwait y Jordania de ayudar y armar a los rebeldes, tratando también de matar al líder libio Muammar Gaddafi, era una interferencia inadmisible en la guerra civil. Lavrov dijo que la comunidad internacional debería concentrarse en detener los enfrentamiento y “no tomar partido”.
Los comentarios en los medios rusos estaban más dispuestos a poner los puntos sobre las “ies”. Las dos operaciones de asesinato, el de Bin Laden y el de Gaddafi, son vistas como lo que son y duramente criticadas. Escribe Vladimir Yeyseyev, jefe del Centro de Expertos de Estudios Públicos y Políticos: “no es un asunto de si la gente se compadece o no de Muammar Gaddafi o de Osama Bin Laden. Lo que pasa ahora en Libia es una violación del Derecho Internacional”.
“Desde el punto de vista de la Sharia islámica, esta matanza puede considerarse como una especie de castigo del principal criminal de una organización terrorista”, escribe Leonid Syukiyaynen, profesor de la Ley Islámica en la Escuela de Alta Economía de Moscú. Sin embargo “no hay ninguna prueba convincente que una a Osama Bin Laden con los acontecimientos del 11 de septiembre”, y que éste debía de haber sido interrogado y proceso ante un tribunal.
Dmitry Gorenburg en Russian Military Reform dijo que los analistas rusos se dieron cuenta enseguida que la operación llevada a cabo iba a garantizar la reelección del presidente estadounidense Barack Obama. Establecieron un paralelismo con la captura de Saddam Hussein, que se hizo un año antes de la reelección del presidente George W Bush en 2004. Están de acuerdo en que la muerte de Bin Laden no tendrá ningún impacto en la frecuencia del terrorismo internacional, como ya ocurriera con la muerte de los líderes rebeldes chechenos, Dzhokhar Dudaev y Shamil Basaev, que no acabó con los conflictos de Chechenia y en el Norte del Cáucaso.
La buena voluntad rusa de hacer la vista gorda en el asesinato de Bin Laden es un guiño a los estadounidenses en su propia lucha contra los secesionistas en el Cáucaso. La alabanza de Rusia al asesinato, fue rápidamente respondida por el Coordinador del Contraterrorismo estadounidense, Daniel Benjamin, con palabras de agradecimiento a Rusia durante una audiencia en el Congreso, donde subrayó que Estados Unidos ve a Rusia como un compañero clave en la lucha contra el terrorismo y que el contraterrorismo es un “un elemento importante en las relaciones ruso-estadounidenses”.
Estados Unidos también tiene sus intereses aquí, ya que promueve la entrada tanto de Ucrania como Georgia en la OTAN, y al mismo tiempo trata de mantener buenas relaciones con Rusia por su estrategia común contra el terrorismo. Pocos días después de que Estados Unidos asesinara a Bin Laden, los generales ruso y estadounidense, Nikolai Makarov y el Almirante Michael Mullen, firmaron un acuerdo sobre medidas conjuntas de ambos ejércitos contra el terrorismo, en San Petersburgo. El antiterrorismo es el plato que ponen los norteamericanos para atraer a los rusos.
Esta esquizofrenia sobre lo bueno que es matar a los malos, el de Bin Laden, y el proyecto de matar a Gaddafi, se refleja en la participación rusa en el Consejo Rusia-OTAN, y al mismo tiempo, en su propia Organización del Tratado de la Seguridad Colectiva (CSTO) y la Organización de Cooperación de Shangai (SCO). Una vez estrechada la mano de Makarov y Mullen, grupos de trabajo especiales de Rusia, China, Kirguizistán y Tajikistán, realizaron un simulacro antiterrorista, el llamado «Tian-Shan II”, iniciado por China, ante la perspectiva de una potencial oleada de extremismo en el Cáucaso y Asia Central.
El asesinato de Bin Laden “y otros movimientos de la alianza” seguramente no serán desaprovechados por SCO. Los simulacros del viernes reflejan las intenciones de Rusia y China, y sus compañeros de Asia Central, de establecer un orden día antiterrorista, poniendo énfasis en su soberanía y seguridad nacional. Estos simulacros son una respuesta a los Estados Unidos y para todos aquellos que dan toda clase de pretextos para poner en duda el Derecho Internacional”, escribía Yevseyev.
Sin embargo, existe la perspectiva de una invasión de la OTAN por las fronteras del Este, por lo que los rusos no pueden permitirse enfadar demasiado a los estadounidenses, sin que importe la gravedad de este último acto. De todos modos, no ponen toda la leña en el asador del antiterrorismo estadounidense. Además de reforzar el CSTO y SCO como los vehículos principales contra el terrorismo, Moscú da la bienvenida al presidente de Paquistán, Asif Ali Zardari, en su apresurada visita oficial, seguramente arreglada esta misma semana, después de que Zardari mostrase su indignación anulando un viaje a Washington como secuenciador del asesinato de Bin Laden.
¿Quién sabe? Tal vez Rusia invite a Afganistán a afiliarse al CSTO para adelantarse a Estados Unidos, aunque pueda persuadirle de disminuir su presencia en Afganistán, abandonando las bases y estableciendo un acuerdo de correlación de fuerzas. La geopolítica no toma ningún rehén, es una regla que se dicta para todos los jugadores.
En cuanto a la herencia de Bin Laden, Mikhail Rostovsky, comparó el papel del islamismo en el futuro al de Vladimir Lenin para el Comunismo, ensalzando el lema soviético “las ideas de Lenin viven y vencen”. El éxito de Bin Laden durante las dos décadas pasadas en el resultado de aplicar soluciones simples a las injusticias infligidas al mundo árabe, con el terrorismo israelí a sus puertas y Estados Unidos que lo aprueba desde lejos. Creo que el Binladenismo como ideología, seguirá prosperando hasta que algún líder espiritual sea capaz de proporcionar una respuesta menos sanguinaria.
Rostovsky no tiene en cuenta los levantamientos pacíficos en Egipto y Túnez como una alternativa obvia a Bin Laden ( o, en realidad, Lenin). Esto, por supuesto, dice mucho sobre el cinismo de la política doméstica rusa, donde la expresión democrática está cada vez más sofocada, con sus propios Bin Ladens en el interior, y obligando al Kremlin a jugar al antiterrorismo (sin prejuicios) con Washington.
Eric Walberg escribe para Al-ahram Weekly http://weekly.ahram.org.eg/ Puede contactar con él en http://ericwalberg.com/, Su obra Postmodern Imperialism: Geopolitics and the Great Games (Imperialismo Postmoderno: Geopolítica y Grandes Estrategias) se puede adquirir en: http://www.claritypress.com/Walberg.html