Por Stephanie McMillan y Vincent Kelley, 20 de octubre de 2015
Hace unos 20 años, durante una conversación con un organizador de Bangladesh sobre el tema de las Organizaciones no Gubernamentales (ONGs), u organizaciones sin ánimo de lucro como se las llamaba antes, me dijo sin rodeos: “Odio a las ONGs”. Su vehemencia me dejó sorprendida. La labor de las ONG está lejos de ser revolucionaria, pero me parecía que su trabajo era más bien útil. Dejando a un lado las diferencias políticas, me pareció dogmático denunciar los programas de atención sanitaria y de lucha contra la pobreza. A falta de medidas más radicales, las ONGs parecían servir a una importante función, aunque fuese interina.
Desde aquella conversación, las ONGs han proliferado en todo el mundo. Primero se desplegaron en los países dominados, pero ahora se han convertido en un elemento básico del panorama político en el corazón mismo del Imperio. Hoy en día, las razones para odiar las ONGs son claras. Las ONGs son destructivas, tanto en la labor que realizan actualmente como en la exclusión de otro futuro distinto más allá del presente capitalista.
Cuatro son las razones que expongo:
1.- Las ONGs socavan, desvían y reemplazan a las organizaciones autónomas.
Las ONGs han llegado a ocupar un importante papel dentro de los movimientos sociales y el activismo político en Estados Unidos y otros lugares, lo que Arundhati Roy llama “ONG-ización de la resistencia”.
Algunas personas creen sinceramente que “se les paga por hacer el bien”, pero se trata de una ilusión. Nina Power escribió que “ya no hay ninguna diferencia entre la esfera de lo privado y la jornada laboral… lo personal ya no entra solamente en el ámbito político, sino que lo hace al ámbito económico, hasta la médula”. Si bien ella no establece de manera explicita esa conexión, la rápida proliferación de la “justicia social” y ONGs de carácter político, se convierte en un buen ejemplo del desgaste de esta separación.
Para aquellas personas que estamos involucradas en la organización, hay un inquietante patrón que ya nos resulta familiar: cuando sucede alguna injusticia, las gentes salen a las calles para mostrar su indignación, y una vez allí concentradas alguien anuncia que para continuar la lucha se convoca una reunión. En esta reunión, varios experimentados organizadores toman las riendas. Estos activistas muestran un lenguaje radical y se ofrecen para proporcionar formación y un espacio regular de encuentro. Parece que ya tienen todo planificado, mientras que los demás apenas han tenido tiempo de pensar en el siguiente paso. Los activistas exudan competencia, explican con diagramas cómo trazar potenciales aliados, y elaboran una lista con nombres de políticos que pueden reforzar las protestas.
Sus fórmulas simplistas exigen confianza para una victoria rápida y cualquier persona que tenga un punto de vista diferente, quizás alguien ajeno a los interés de los líderes, es agresivamente ignorado. Bajo aquellos guías, todo el mundo se moviliza para ocupar alguna institución o protestar contra algún político, o se organiza una marcha o un mitin. La protesta es fuerte y apasionada, convocando a muchos militantes, sin embargo, lo siguiente es que usted se encuentra llamando a la puerta de un desconocido, con unos papeles en la mano, con la esperanza de convencerlos para que vote a tal o cual en las próximas elecciones.
Es cierto que hay variaciones sobre este tema, pero el asunto central sigue siendo: hay ONGs que minan la lucha y desvían a las gentes hacia callejones sin salida, hacia reformismos, o incluso suplantándolas. Por ejemplo, la lucha por un salario de 15 dólares la hora por parte de los manifestantes en Miami, la mayoría de los cuales eran activistas pagados, empleados de ONGs y OBCs (Organizaciones Basadas en la Comunidad) y personal de los sindicatos en busca de afiliados. Del mismo modo, algunas protestas de Black Lives Matter en Miami estuvieron organizadas y en gran parte los asistentes eran activistas pagados que tenían que demostrar que están “organizando la comunidad” con el fin de obtener la siguiente subvención.
Las organizaciones estudiantiles también se canalizan a través del activismo de las ONGs. En Iowa, la asociación no lucrativa “Poder estudiantil” tiende la mano a organizaciones de estudiantes, instándolos a unirse y adquirir poder con otros jóvenes radicales, para luego canalizarlos directamente hacia el Partido Demócrata, mediante mensajes de correo electrónico como éste: “La carrera hacia el Senado en Iowa es una de las más polémicas y más recientes hoy en día. SU VOTO ES IMPORTANTE ¡Puede marcar una enorme diferencia!”. Esta cooptación de los estudiantes se traduce en un reformismo rampante, y está totalmente financiado por los capitalistas.
Cuando una persona no perteneciente a una organización participa en movilizaciones, está rodeado como la carne fresca en un círculo de hienas, y al instante es devorada por activistas pagados que deben cumplir con las cuotas de reclutamiento para mantener sus puestos de trabajo. La próxima vez que vea a estos nuevos reclutas, los verá revestidos por el color púrpura, rojo, naranja o verde de su camiseta, indicando la organización a la que se ha vendido.
Estas no parecen ser el tipo de organizaciones que George Jackson de las Panteras Negras tenía en mente cuando instó a los revolucionarios a “contribuir para la construcción de la comuna, con la única infraestructura de la pluma y una carpeta en la mano”.
El activismo está siendo capitalizado y profesionalizado. En lugar de organizar a las gentes y luchar por sus intereses, las ONGs las utilizan en su propio beneficio. Un lugar de construir un movimiento, gestionan la indignación pública. En lugar de formar militantes radicales y revolucionarios, crean a activistas pagados pero ineficaces, meros receptores pasivos de las ayudas.
No siempre ha sido algo normal tener a unos activistas pagados. Antes de la ONG-ización de la resistencia, los radicales participaron en las luchas desde la perspectiva de los intereses internacionales de la clase obrera, con plena conciencia y con un ardiente deseo de acabar con el enemigo y cambiar el mundo.
Hoy en día, un activismo sin una compensación económica es un concepto casi extraterrestre. Cuando salimos a repartir folletos todavía la gente nos suele preguntar: “¿Cómo puedo conseguir un trabajo haciendo lo mismo que vosotros?”. Cuando les decimos que no nos pagan por ello nos miran con incredulidad.
Esta interiorización de la mentalidad de las ONGs es una de las razones por las que las luchas de la izquierda son tan débiles. La clase capitalista, a menudo con la ayuda del Estado, ha sido históricamente muy eficaz en la represión de la Izquierda, a veces a través de las infiltraciones y la violencia, como el FBI con su programa COINTELPRO. Pero hoy en día la represión y el desplazamiento de la disidencia es más probable que provenga de un activista bien intencionado, con un folleto y una carpeta en la mano. El capital ya no tiene ninguna necesidad de infiltrarse en estas organizaciones, ya que ellos mismos las financian.
2.- Las ONGs son una herramienta del Imperialismo
Las invasiones militares o la amenaza de invasión, siguen siendo un recurso indispensable para los países imperialistas (1) en su necesidad de obtener y explotar los recursos y la mano de obra de la periferia. Pero poner los pies sobre el terreno se convierte cada vez más en un último recurso, frente a una estrategia más amplia, de un mayor control, incluyendo métodos menos costosos y que socialmente producen una brusca ruptura.
Las ONGs, como los misioneros, se utilizan para penetrar en una zona y preparar las condiciones favorables para la Agroindustria, fábricas donde se explota a los obreros, minas para la obtención de recursos y lugares de esparcimiento para los turistas. Mientras que hoy en día la acción militar se camufla bajo una intervención humanitaria, el carácter aparentemente humanitario de las ONGs parece estar justificado. Pero es esencial aplicar el mismo criterio tanto a las intervenciones de las ONGs como a las mismas intervenciones militares.
Haití es el ejemplo más extremo de la complicidad de las ONGs con la agresión imperialista. Conocida por muchos haitianos como la República de las ONGs, ya había 10.000 ONGs antes de que el país sufriese el terremoto de 2010, más ONGs per cápita que cualquier otro lugar del mundo. El 99% de la ayuda para las víctimas del terremoto fue canalizado a través de las Organizaciones no Gubernamentales y otros organismos, que actuaron como bandidos, embolsándose la mayor parte del dinero que la gente había donado de buena fe con la expectativa de que en realidad iba a servir para ayudar a las comunidades devastadas por la catástrofe.
Esto no es algo nuevo. Hace décadas, la USAID y el Banco Mundial ya impusieron economías orientadas a la exportación y programas concomitantes de ajuste estructural en Haití y en otros lugares. Incluso hace 20 años, el 80% del dinero de la USAID terminó en el bolsillo de las Corporaciones estadounidenses y los expertos. A medida que se ha producido un proceso de maduración, las ONGs han evolucionado hacia forma parasitaria de acumulación, capitalización y se alimentan de la miseria en torno a los programas de ayuda.
En muchos países dominados, las Organizaciones no Gubernamentales se han convertido en una mera burocracia, utilizando al Estado como su fuente de acumulación de capital primario. Durante más o menos los últimos 20 años, en Haití, muchos de los que acudieron con las primeras ONG han llegado a ocupar roles políticos junto al Presidente, Ministros o miembros del Parlamento, incluyendo a Aristide, Préval y Michèle Pierre-Louis.
Así que el Imperialismo no se limita a dar a las ONGs su razón de existir, sino que las involucra activamente en el proyecto imperialista de dominación (2). Por poner otro ejemplo, en el año 2002, las ONGs se pusieron al lado de la Casa Blanca, la CIA y la confederación sindical AFL-CIO, lo que James Petras llama el sindicato militar de los negocios, para derrocar al Presidente democráticamente elegido en Venezuela, Hugo Chávez. Después de que se produjese una gran movilización nacional, Chávez pudo volver a tomar el poder, pero ONGs financiadas por Estados Unidos respaldaron un bloqueo orquestado por los ejecutivos del petróleo, que sólo consiguió ser derrotado por la posterior toma de control de la Industria por parte de los trabajadores.
3.- Las ONGs reemplazan en aquellas funciones que debieran ser realizadas por el Estado
Las Agencias de ayuda financiadas por los capitalistas y las instituciones y corporaciones imperialistas, así como fundaciones y el G8, se han apoderado de las funciones clave de los Estados en los países sometidos. Irónicamente, la necesidad de ayuda ha venido de las condiciones draconianas de los préstamos exigidas por esas mismas formaciones imperialistas.
Esta desaparición de los programas sociales estatales en los países imperialistas y en los sometidos, no significa que los Estados se hayan vuelto más débiles. Sólo significa que pueden dedicar más recursos a la conquista, represión y acumulación, y menos a la pacificación, evitando que las gentes se levanten fruto del descontento.
En Bangladesh, los programas de microcrédito han sido promovidos agresivamente como un medio de aliviar la pobreza, sin embargo han tenido un efecto desastroso. Mientras que el fundador de los microcréditos, Muhammad Yunus y su Banco Grameen recibieron el Premio Nobel por su contribución “al desarrollo económico y social desde abajo”, en realidad sólo abrieron nuevos mercados para los Bancos entre los pobres, mientras que las víctimas de sus prácticas crediticias han tenido que vender sus órganos para hacer frente a los intereses. Como ha dicho el historiador Braduddin Umar: “Su objetivo principal [el de los Gobiernos y los Imperialistas] era el de perpetuar la pobreza para distraer la atención de los pobres de las luchas políticas para el cambio de las relaciones básicas de producción, así como las relaciones sociales que crean y preservan las condiciones de pobreza”.
Jennifer Ceema Samini escribió que incluso en Estados Unidos “la descentralización del Gobierno federal ha dado lugar a la creación de una fuerte dependencia del Gobierno hacia las organizaciones con ánimo o sin ánimo de lucro para proporcionar una variedad de bienes y servicios, incluidos los servicios de asistencia social”. De hecho, las poblaciones dominadas del núcleo Imperialista y de la periferia están cada vez más condicionados para satisfacer sus necesidades por medio de la caridad, los Bancos de Alimentos u otra gran cantidad de agencias de la sociedad civil.
La atención a la salud, la alimentación, el agua, la vivienda, la educación, el cuidado de los hijos y el empleo, todas ellas son necesidades básicas de la vida humana. Debe ser un derecho, no un regalo o un proyecto financiado por una ONG.
4.- Las ONGs apoyan el Capitalismo, borrando toda huella de la lucha de clases
Una de las razones por las que las ONGs se reproducen con tanta rapidez, tanto en el núcleo como en la periferia del Imperio, es que se han convertido en la opción para la supervivencia de los graduados desempleados con inclinaciones progresistas en una economía mundial en crisis.
El actual mercado de trabajo, incluso para los jóvenes con medios y educación, es extremadamente difícil. Este hecho, junto con la creciente crisis del Capitalismo, en medio de la desigualdad y la opresión, hace que las ONGs sean una atractiva perspectiva para obtener empleo. Ofrecen una salida, una oportunidad para conseguir un buen trabajo, sobre todo para la pequeña burguesía (3). En Haití, por ejemplo, las ONGs son el mayor empleador.
El sector de las ONGs tiene también mucho atractivo para la pequeña burguesía de Estados Unidos como una opción individualizada para escapar de la proletarización y la lucha de clases.
Muchos Universitarios graduados, que obtienen títulos en Humanidades y Ciencias Sociales, tienen pocas oportunidades de empleo y menos de que obtengan un buen trabajo. Con una perspectiva de bajos salarios, el trabajo en una ONG es una perspectiva bienvenida. Como recientemente dijo un joven empleado de una ONG, que el trabajo en el sector sin fines de lucro representa un trabajo significativo, lo que implica que no sólo ayuda a pagar el alquiler, sino que también ayuda a cambiar el mundo.
Los jóvenes que surgen de la ciudad con Teach for America suena mucho más atractivo que hacer sándwiches en el metro, pero es mejor no pensar en cómo este trabajo hace de los profesores jóvenes cómplices de lo que Glen Ford llama la “farsa corporativa en contra de la educación” de la racista TFA [Teach for America].
La canalización de las luchas contra los peores efectos del Capitalismo a través de las ONGs, oculta la contradicción central del Capitalismo, es decir, entre Capital y trabajo. Los terribles efectos del Capitalismo, opresión, ecocidios, guerras, explotación y pobreza, no se pueden erradicar sin acudir a sus causas.. La reproducción y la acumulación de capital se produce a través de las plusvalías obtenidas por la explotación de los trabajadores en el trabajo.
En cambio, las ONGs se centran en las aspiraciones de la pequeña burguesía, en tanto que explotados en la circulación de capitales ( como trabajadores que son) y dominados por el capital, no tienen una relación con él fundamentalmente antagónica. De este modo, la tendencia natural de la pequeña burguesía es la de hacer valer sus intereses de clase, no destruir el Capitalismo, sino una lucha por la igualdad dentro del capitalista. Las ONGs son la expresión de todo esto. La clase capitalista las utiliza para amortiguar la lucha de clases y desviar la atención hacia un reformismo, o enterrar las luchas en los partidos políticos ya establecidos y los sindicatos colaboracionistas.
Históricamente, cada vez que la clase obrera ha hecho un llamamiento a la revolución, la pequeña burguesía ha estado dispuesta a sofocarla. Los capitalistas apoyan a la pequeña burguesía para que actúen como agentes de dominación de la clase obrera. El reto para los militantes progresistas, radicales o revolucionarios, es saltar del camino impuesto por la pequeña burguesía, rechazando conscientemente este papel, y evitar ser utilizados, dándose cuenta o no de ello -con una finalidad reaccionaria.
Nota para los trabajadores de las ONGs:
Lo que aquí se ha dicho no pretende cuestionar la sinceridad de las personas que trabajan para las ONGs – muchas de esas personas son inteligentes y bien intencionadas, que realmente quieren un cambio. Siendo tan precario el empleo, es sumamente tentador atender a estos dos imperativos, al mismo tiempo servir a la humanidad y garantizar la supervivencia, todo ello empaquetado en un solo atadijo.
Pero desgraciadamente, no suele ser el caso. Un proverbio haitiano dice: “La unión entre el pollo y la cucaracha se produce en el vientre del pollo”, es decir, no se puede cambiar el Sistema desde dentro.
Pero abandonar tampoco es la respuesta. Todos estamos atrapados en una economía capitalista, y la gran mayoría de nosotros estamos obligados a trabajar para ganarnos la vida. No podemos simplemente decidir abandonar a título individual. La única salida es organizarse juntos para derrotar al Capitalismo – o nos libramos todos, o ninguno podrá hacerlo.
Mientras tanto, debemos evitar confundir a una ONG con una organización autónoma.
El Capitalismo no nos ayudará a destruirlo – deberíamos intentar construir un movimiento de masas anticapitalista, aunque los capitalistas harán todo lo posible por desacreditarnos, neutralizarnos, encarcelarnos o hacernos desaparecer. No nos van a dar un cheque en blanco.
[ Nota: Este artículo fue solicitado inicialmente por la revista Jacobin. La primera versión, redactada por Stephanie McMillan, se puede leer aquí. La versión actual ha sido redactada conjuntamente con Vincent Kelly del Grinnell College, que se unió al proyecto para añadir su perspectiva y ayudar a cumplir con la solicitud del editor de Jacobin. Hemos tratado de hacerlo sin diluir el contenido. Entre sus peticiones se incluía que el lenguaje fuera menos informal y más académico, lo que ambos hemos entendido como un intento descarado de modificar su contenido ( discrepancia con el editor). Cuando nos negamos a modificar lo que considerábamos más importante, Jacobin decidió no publicar el artículo].
NOTAS:
1.- Utilizamos el término Imperialismo no para construir una especie de categoría de la “opresión nacional” o para no abogar por un nacionalismo como respuesta política adecuada a la dominación Imperialista. Más bien, entendemos el Imperialismo como una tendencia hacia la concentración y centralización del capital. El imperialismo de hoy en día se caracteriza por la internacionalización del capital, situándose en el núcleo la extracción de plusvalías de los trabajadores de la periferia, que no son menos productivos que los trabajadores del corazón del Imperio, sino que más bien su fuerza de trabajo esta superexplotada en comparación con los trabajadores del centro. Las conquistas militares, la dominación cultural y otros aspectos del Imperialismo, dependen de esta relación de dominación, en lo que se refiere a la extracción de plusvalías. En las formaciones sociales dominantes, la lucha interna entre la clase obrera y las clases dominantes ( la burguesía burocrática, las clases feudales) sigue envuelta en una contradicción fundamental, aun cuando el desarrollo interno del Capitalismo se ha visto gravemente afectado por su subordinación al Imperialismo. Para más información sobre este tema, puede consultar: http://koleksyon-inip.org/a-brief-definition-of-imperialism/
2.- Por dominación queremos decir, en este caso, los efectos del Imperialismo en su conjunto en las formaciones sociales periféricas. Se incluye la comprensión del impacto del Imperialismo en todas las clases dominadas de las formaciones sociales periféricas, que no necesariamente se reducen a la clase obrera. El vuelco de la dominación imperialista requiere de la acción internacional contra el Imperialismo reinante en el núcleo, Estados Unidos, tanto en la periferia global como en el vientre de la bestia. Para un análisis de la dominación imperialista en Haití, puede consultar: http://koleksyon-inip.org/haiti-and-imperialist-domination/
3.- Utilizamos el término pequeña burguesía no simplemente como un remedo de la clase media, sino más bien como un elemento preciso e indispensable en las relaciones de producción. La pequeña burguesía no son los que producen plusvalía, ni los que la extraen y acumulan (la clase capitalista). Esta clase diversa, que no modifica las relaciones sociales de producción, se ve obligada a aliarse con una de los clases autónomas, el capital o el trabajo. Los trabajadores de la ONGs son uno de los muchos ejemplos de miembros de esta clase y deben reconocer su posición con el fin de avanzar en la lucha de clases capitalista. Hacemos un llamamiento para trabajar por el liderazgo de nuestra clase, no por una especie de privilegio moral, sino más bien a causa de la insuficiencia histórica y actual de la pequeña burguesía para avanzar con éxito en la lucha anticapitalista. Para más información sobre este tema, puede consultar: http://koleksyon-inip.org/greece/#more-495.
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