por Ernesto Peshkov Raj-Chow / 14 de enero 2011
¿Saben cuál es la cosa que más me cabrea? Que la Derecha diga que es amiga del trabajador.
¿Sabe de otra que también me enoja? Cuando los trabajadores creen a pies puntillas lo que la Derecha les vende. ¡Bien envuelto en papel de celofán! No crean. Sólo hay que hacer un poco de Historia. Presentadores de radio, columnistas en periódicos y revistas, celebridades idiotas en programas televisivos, predicadores, políticos que quieren debilitar o destruir a los sindicatos, defensa de salarios mínimos, recorte en los gastos públicos, recorte de las pensiones, que la atención médica pagada por el Estado es mala, promoviendo el odio por motivos religiosos o por el color de la piel.
Quieren dividirnos. Trabajan por y para la gente rica que prefiere un mundo basado en el dinero, pensando en el voto, más bien que una persona un voto. Son nuestros enemigos, no nuestros amigos. Nos dicen que están en nuestro equipo, que llevan nuestra camiseta, que están a nuestro lado, pero tan pronto como empieza el partido la pelota termina cayendo de este lado del campo. Es como el caso de aquel equipo, los Flyers de Filadelfia, que contrató a un gerente que trabajaba realmente para otro equipo, los Pittsburgh Penguins.
Si siguiéramos los consejos de la Derecha, fingiendo que son nuestros amigos, daríamos en toda una historia de calamidades para la clase obrera. Los ricos se hacen más ricos, y los pobres más pobres, nuestros hijos son enviados a las guerras, los puestos de trabajo han desaparecido o trasladado a otros lugares donde otros obreros están aún peor que nosotros, y sin embargo seguimos creyendo en estos mentirosos que nos dicen que no hay ninguna esperanza para el cambio.
¿Por qué? ¿Esto no es una estupidez? ¿No somos más inteligentes? Creo que si la clase obrera cae una y otra vez en sus redes se debe a la lealtad. Seguimos el mismo camino porque nos han lavado el cerebro haciéndonos creer que es la única forma de jugar, y no hay otra. Pero otros muchos creemos que jugar un partido con los capitalistas es hacernos también capitalistas. ¡Viva mi equipo!
Bueno, déjeme que le dé una noticia: trabajadores y capitalismo tienen intereses diferentes. Siempre ha sido así. Sólo somos una carga para ellos. Cuanto más tenemos, menos consiguen ellos, así es mire como se mire. Los capitalistas nunca han concedido nada bueno a los trabajadores. Ha habido que luchar siempre: para no trabajar los fines de semana, para subir los salarios, para conseguir la jornada laboral de ocho horas, para tener una pensión, para tener una licencia de maternidad, y cualquier otro beneficio que se haya conseguido a la clase trabajadora. Y la única vez en la que los capitalistas han renunciado a cualquiera de estas cosas en favor nuestro, ha sido cuando han tenido miedo por una alternativa revolucionaria. Miedo a que nos librásemos de ellos, miedo a que los trabajadores manejasen la economía de una forma democrática, de forma autogestionada. Sólo entonces los capitalistas estuvieron dispuestos a reformar el sistema para concedernos algo a nuestro favor.
Y en los últimos tiempos, cada vez que los trabajadores hablaban de acabar con el capitalismo, ¿qué ha pasado? Los ricos se han vuelto más codiciosos. Han comenzado a realizar nuevas reformas y han aprobado leyes para acabar con lo que nos hacía la vida un poco mejor. Han recortado los salarios, las pensiones y otros beneficios. Convencidos de que no hay alternativa al capitalismo, de repente, el sistema ya no puede darnos lo que una vez se permitió el lujo de concedernos.
Y seguimos jugando el partido con sus reglas, quedando las nuestras al margen. Nuestra única esperanza es volver a repensar este juego. Los capitalistas no pueden actuar como si fuesen los dueños del equipo – el sistema puede decir que sí- pero no habría ni partido ni jugadores sin nosotros. Tenemos el poder, si nos decidimos a utilizarlo, para cambiar las reglas y que sea un juego justo para todos.
Ernie Peshkov-Chow es autor de Un gran Norte multicultural; una guía canadiense para perdedores, inmigrantes y socialistas, recientemente publicado por Fernwood Publishing. Peshkov-Chow es de izquierdas, amante del hockey, un canadiense mestizo, activista, siguiendo la tradición de DGnger Goodwin o de Joe Hill, que a veces ocupa el cuerpo y la mente de un veterano periodista canadiense llamado Gary Engler.
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