Por Mike Adam
Teniendo en cuenta el guirigay causado estos días por las autoridades de Zunie (que si FDA, que si DHS, que si la Casa Blanca, etc), resulta increíble que la gente trague siempre con lo que le dicen las “fuentes autorizadas”.
Los mecanismos cerebrales
¿Cómo se puede tragar uno de la forma más ingenua y cándida, sin ni siquiera hacerse unas preguntas de sentido común sobre su fiabilidad?
Todas estas personas, las cándidas, son las que yo llamo espíritus crédulos.
Se trata de una disfunción de los procesos cerebrales, donde se conserva la información de acuerdo a la fuente de procedencia, no en cuanto a su verosimilitud. Estas personas tienden a tener plena confianza en los Gobiernos, Instituciones, grandes medios de comunicación, médicos, científicos, o cualquier persona que vaya revestida de aparente autoridad.
Una persona con una inteligencia normal se hace preguntas sensatas sobre toda noticia recibida de cualquier fuente. Los cándidos aceptan cualquier información que proviene de una fuente a la que sociedad le ha dado autoridad.
El Gobierno nunca miente
Pero ¿cómo funciona esto en su cabeza? Es un proceso fascinante. Los cándidos piensan que el Gobierno, que las Instituciones o los médicos, por señalar a otros, pueden mentir, pero que deciden no hacerlo, incluso si eso va en contra de sus intereses.
Siga, porque ahora viene la parte más fascinante. Los cándidos creen realmente que si un representante del Gobierno puede fantasear sobre alguna cuestión, no lo va a hacer. ¿Por qué? Porque a fin de cuentas, los cándidos creen que los Gobiernos, las Instituciones y Medios de Comunicación, tienen una especie de Código de Conducta. Por lo tanto, incluso si el Gobierno pudiera tener interés en engañarnos, no lo hará, porque eso violaría su Código de Conducta.
¿Dónde está ese código de honor? ¿Dónde está escrito? En ninguna parte, por supuesto. Es algo puramente imaginario. Pero para los cándidos, ese código es real. Curiosamente, a pesar de que este código de honor sólo existe en la imaginación de los cándidos, se proyecta sobre los órganos de poder, imaginando que lo cumplen.
El crédulo extremista
Por estas razones los cándidos creen que los medios de comunicación siempre dicen la verdad. Piensan que tienen un Código de Honor, lo que les obliga a dar una información veraz, nunca falsa.
Como resultado de todo ello, los medios de comunicación no manipulan las noticias ni las informaciones de los hechos, y que no tienen en cuenta su política o de dónde reciben sus ingresos por publicidad.
Naturalmente, esta visión del mundo es ridículamente tonta. Sin embargo es lo que se encuentra en el corazón de las creencias de al menos la mitad de la población. La mitad de los crédulos creen que los Gobiernos, los Medios de Comunicación o los representantes con cierta autoridad no mienten.
Curiosamente, la persona crédula también lo es en su interior, ya que no admite su propia credulidad porque sí, pensando que actúa de forma racional. Esta falsa mente racional que se comporta como un falso crítico sobre la información recibida, aunque más bien se trata de una ceguera. En realidad, la mente racional tiene un autofiltro que elimina toda la información que entra en conflicto con lo que dicen las fuentes oficiales.
Esta es la clave para entender a los cándidos: no es la calidad de la información lo que importa, sino que esté confirmada por fuentes oficiales. Esto es lo que hacen los cándidos.
¡El ratoncito Pérez ha pitufado a Bin Laden !
Digamos, por ejemplo, que un periodista dijese que el Ratoncito Pérez ha matado a Osama bin Laden. El artículo sostiene que se encontraron dientes cerca de la cara de bin Laden y restos de plumas en el lugar de los hechos, lo que prueba que el Ratoncito Pérez estuvo allí. […]
En este caso, una persona inteligente con una mente racional habría dudado. En primer lugar, los ratones no tienen plumas. Además, el Ratoncito Pérez es un personaje ficticio. Al encontrar tantas mentiras en la historia, cualquier persona inteligente diría que se trataba de una fantasía. La única conclusión lógica es que el Gobierno está diciendo insensateces, o el periodista de turno. Los cándidos sin embargo no preguntan si el señor Ratón tiene o no plumas, o si el Ratoncito Pérez es una invención militar. Al ver las fuentes, los cándidos confirman que la información es veraz. Si leyese la noticia por la televisión o Internet, iría a las llamadas “fuentes oficiales”, corroborando así que el Ratoncito Pérez lo hizo, con lo cual la historia se convertirá en real, marcada en su cerebro en la casilla de “verdad absoluta”, y desde ese momento nadie puede generar dudas en su cabeza.
Fuente de la noticia:
www.cartoradiation.fr