Dominique de Villepin en 2003 ante la ONU: “La guerra es siempre la constatación de un fracaso”

«La política es una actividad cuyo ejercicio consiste en volver a empezar de nuevo cada día”

Rafael Sánchez Ferlosio en Campo de retamas.

________________________________________________________
Por Dominique de Villepin, 14 de febrero de 2003

[…]

 Trio_azores3Hay dos opciones:

La opción de la guerra puede parecer, a priori, más rápida. Pero no olvidemos que, tras haber ganado la guerra, hay que construir la paz. Y no nos engañamos: será una tarea larga y difícil pues hay que preservar la unidad de Irak, restituir una estabilidad duradera en un país y una región enormemente afectados por la intrusión de la fuerza. Frente a estas perspectivas, está la alternativa que ofrece las inspecciones, que permite avanzar día a día por la vía de un desarme pacífico de Irak. A fin de cuentas, ¿no se trata de la opción más segura y rápida?

Nadie puede afirmar hoy que el camino de la guerra será más corto que el de las inspecciones. Nadie puede afirmar tampoco que desembocará en un mundo más seguro, más justo y más estable, pues la guerra es siempre la constatación de un fracaso. ¿Va a ser, acaso, nuestra única salida frente a los numerosos desafíos actuales? Concedamos, pues, a los inspectores de las Naciones Unidas el tiempo necesario para que su misión tenga éxito. Pero estemos juntos vigilando y exijamos a los señores Blix y El Baradei que informen regularmente al Consejo. Francia, por su parte, propone una nueva cita el 14 de marzo a nivel ministerial para evaluar la situación. Entonces, podremos juzgar los progresos que se han llevado a cabo y lo que falta por realizar.

En este contexto, hoy no está justificado el uso de la fuerza. Hay una alternativa a la guerra: desarmar a Irak a través de las inspecciones. Además, recurrir prematuramente a la opción militar tendría graves consecuencias.

La autoridad de nuestra acción descansa hoy en la unidad de la comunidad internacional. Una intervención militar prematura cuestionaría esa unidad, lo que la despojaría de legitimidad y, a la larga, de eficacia.

Una intervención de ese tipo podría tener consecuencias incalculables para la estabilidad en esa región herida y frágil. Aumentaría el sentimiento de injusticia, agravaría las tensiones y correría el riesgo de abrir la vía de otros conflictos.

Todos compartimos la misma prioridad: combatir sin tregua el terrorismo. Este combate exige una determinación total. Desde la tragedia del 11 de septiembre, es una de nuestras responsabilidades prioritarias ante nuestros pueblos. Y Francia, que ha sido duramente golpeada en varias ocasiones por este terrible azote, está totalmente movilizada en esta lucha que nos afecta a todos y que debemos llevar a acabo juntos. Ese es el sentido de la reunión del Consejo de Seguridad del 20 de enero a iniciativa de Francia.

Hace diez días, el secretario de Estado de EEUU, el señor Powell, mencionó supuestos lazos entre Al-Qaeda y el régimen de Bagdad. Actualmente, según nuestras investigaciones e informaciones llevadas a cabo con nuestros aliados, nada nos permite establecer dichos lazos. Por el contrario, debemos medir el impacto que tendría una acción militar, hoy contestada. ¿No correríamos el riesgo de agravar las fracturas entre las sociedades, entre las culturas, entre los pueblos, unas fracturas de las que se nutre el terrorismo?

Francia lo ha dicho siempre: no excluimos la posibilidad de que un día haya que recurrir a la fuerza si los informes de los inspectores llegaran a la conclusión de la imposibilidad de proseguir las inspecciones. El Consejo debería entonces pronunciarse y sus miembros tendrían que asumir toda la responsabilidad. Y en semejante hipótesis quiero recordar aquí los interrogantes que subrayé en nuestro último debate del 4 de febrero y a los que debemos responder:

– ¿En qué medida la naturaleza y amplitud de la amenaza justifican el recurso inmediato a la fuerza?
– ¿Cómo hacer para controlar realmente los considerables riesgos de esa intervención?

En cualquier caso, ante semejante eventualidad, la unidad de la comunidad internacional sería garantía de su eficacia. Lo mismo que –pase lo que pase– las Naciones Unidas seguirían estando en el centro de la paz que habrá que construir.

Señor presidente, me gustaría decir a aquellos que se preguntan con angustia cuándo y cómo vamos a ceder a la guerra que, en el seno de este Consejo de Seguridad, nada, y en ningún momento, será fruto de la precipitación, de la incomprensión, de la suspicacia o del miedo.

En este templo de las Naciones Unidas, somos los guardianes de un ideal, somos los guardianes de una conciencia. Nuestra gran responsabilidad y nuestro inmenso honor deben llevarnos a dar prioridad al desarme en la paz.

Os lo dice hoy un viejo país, Francia, de un viejo continente como el mío, Europa, que ha conocido la guerra, la ocupación, la barbarie. Un país que no olvida y que sabe todo lo que debe a los combatientes de la libertad procedentes de Estados Unidos y otras partes. Y que, sin embargo, siempre se ha mantenido en pie frente a la Historia y ante los hombres. Que, fiel a sus valores, quiere actuar con decisión junto a todos los miembros de la comunidad internacional. Que cree en nuestra capacidad de construir juntos un mundo mejor.

Muchas gracias

————————————————————————

Procedencia de la traducción: InfoLibre.es

————————————————————————