Chris McGreal, Washington
The Guardian
10 de septiembre de 2010
Comentario del Editor: 12 soldados de EE.UU. cometieron las atrocidades que se describen a continuación, siendo acusados de asesinato. En nuestra opinión, este es un intento de Washington de intentar convencer al público de que los otros muchos miles de asesinatos por las tropas de EE.UU. en Afganistán son de alguna manera distinguible de estos, no son asesinatos, son legítimos y justificables. – LMB
A los soldados se les acusa de matar al azar y de que coleccionan dedos como trofeos de guerra.
Cinco de los soldados son acusados de asesinato de tres hombres afganos que lo fueron durante diferentes ataques separados durante este año, como una acción deportiva. El resto son acusados de encubrir las matanzas y de golpear a un recluta que sacó a la luz estos hechos, y otro tipos de abusos, como el robo a civiles de hachís para su consumo.
Una de las acusaciones más graves realizadas hasta ahora del conflicto afgano son las matanzas realizadas por miembros de una brigada de infantería de Stryker, asentada en la provincia de Kandahar, al sur de Afganistán.
Según las investigaciones y los documentos consultados, la decisión de matar a civiles afganos se tomó después de la llegada del sargento Calvin, en noviembre pasado. Según dijeron algunos soldados, el sargento Calvin se jactaba de lo que había hecho durante su estancia en Iraq, que sería tan fácil como lanzar una granada y matarlos.
Un soldado dijo que creía que Calvin se sentía ajeno al pelotón.
Los investigadores dicen que Calvin, de 25 años, junto con otro soldado, Jeremy, de 22 años, prepararon un plan junto con otros miembros de la brigada para matar en equipo. Durante los meses siguientes mataron al menos a tres civiles afganos. El primer objetivo fue Gul Mudin, al que lanzaron una granada fragmentaria y varios disparos con un rifle, cuando la patrulla entraba en el pueblo de Mahammed Kalay, en el mes de enero.
Jeremy y otro soldado, Andrew, estaba de guardia junto al campo de amapolas, cuando Mudin apareció, y se paró a lado de una pared. Gibbs dio a Jeremy una granada, la armó, y la dejó caer sobre la pared, al lado del afgano. Andrew, de 19 años, realizó también varios disparos.
Se dice que después Jeremy confesó a Andrew que lo hacía por diversión y le amenazó si decía algo a alguien.
La segunda víctima, Marach Agha, recibió un tiro y murió. Calvin le pegó un tiro y colocó al lado un Kalashikov al lado del cuerpo para justificar su muerte. En mayo, Mullah Adadhbad fue también asesinado de un disparo y atacado con una granada.
The Army Times dijo que uno de los soldados coleccionaba los dedos de sus víctimas y que llegaron a posar con los cuerpos para hacerse fotografías.
Cinco soldados son acusados de asesinato y asalto, agravado con otras acusaciones. Todos los soldados han negado los hechos. Se enfrentan a la pena de muerte o cadena perpetua.
Las matanzas salieron a la luz el pasado mes de mayo cuando el ejército empezó a investigar un asalto brutal por parte de un soldado, que comunicó a sus superiores que los miembros de la unidad fumaban hachís. The Army Times relata que se fumaba hachís con regularidad y que a menudo se lo robaban a los civiles.
El soldado atestiguó fumar hachís y beber alcohol de contrabando, pero no lo dijo al principio por lealtad a sus compañeros. Pero cuando volvió de un destino en la Oficina Central del Ejército, descubrió que los soldados usaban un contenedor para esconderse y fumar hachís, y optó por revelarlo.
Dos días más tarde lo miembros del pelotón le acusaron de ser un chivato, le golpearon y le conminaron a mantener la boca cerrada. El soldado denunció los golpes y las amenazas a sus oficiales y les dijo que mataban por diversión.
Después de la detención de los cinco acusados, en junio, otros siete soldados han sido acusados el mes pasado por encubrir las matanzas y el ataque al soldado que dijo se fumaba hachís. Los cargos serán considerados por un jurado para decidir si hay suficientes pruebas para llevarlos a la corte marcial. Los investigadores del ejército dicen que Jeremy ha admitido su participación en las matanzas y ha dado detalles sobre el plan preparado junto a Calvin. Pero su abogado, Michael Waddington, pretende suprimir esta confesión, porque dice que su cliente confesó bajo los efectos de medicamentos, que tomaba por una herida recibida en el campo de batalla, y que también sufría de daño cerebral traumático.
«Nuestra posición es que sus declaraciones eran incoherentes, y dichas mientras estaba bajo los efectos de un cóctel de medicinas que no deberían haber sido mezcladas,» Waddington dijo a Seattle Times.
Fuente: The Guardian
Traducido del inglés por Zenón