por Panderetófilo
Aviso que esta entrada del blog no es apta para sensibles, la sensación que tengo de precipitación política, económica y social me invita a querer compartir la crudeza de la realidad, de lo que probablemente se avecina. Si eres de los que prefiere hacer el avestruz no sigas leyendo y cierra la página (eso sí, antes dale a “me gusta” o comparte la página, ya que estamos).
Nos engañaron, los políticos nos mintieron al hacernos creer que el euro traería bonanza y prosperidad a nuestras vidas, de esto creo que para la inmensa mayoría ya no hay dudas al respecto. La entrada al euro nunca nos hizo ricos, lo que sí provocó fue el acceso a un crédito fácil y barato, esto fue el principio del fin pero vayamos por partes. La población española siempre se ha caracterizado por, entre otras cosas, el pillaje y la picaresca, ¿qué pasó con el cambio de moneda? pues que aquellos productos pequeños, del día a día, sufrieron un “redondeo” del +66% en líneas generales, así de entrada, para empezar. Todos recordamos como aquello que costaba 100 pesetas pasaba a costar 1 euro (166 pesetas), ¿200 pesetas? 2 euros, y así sucesivamente. Por otro lado una moneda tan fuerte nos ha distorsionado la realidad, la sensación de saber si algo es caro o barato ya no resulta preciso en estas compras y gastos cotidianos: el cine de unas 500-600 pesetas a 7-8 euros; una cena normal de restaurante normal de unas 1500 pesetas por cabeza a 20 euros tranquilamente; y no hablemos de la comida. En general los productos se han encarecido muy por encima de los sueldos, tras un pequeño análisis llegamos a la evidencia de que en poco más de 10 años de euro nuestro poder adquisitivo ha mermado, somos más pobres.
Pero dejémonos de nimiedades, de futesas, si en algo hemos picado como pardillos es en la vivienda, la vorágine en la que entró este país -o lo que queda del mismo- fue demencial a todas luces, que un producto se revalorice cada año del orden del 10-15 % es un sin sentido, ahora es fácil verlo, o más sencillo porque todavía hay quien se niega a verlo, pero desde luego que quienes deberían haber intervenido, ya sea directamente en el mercado o advirtiendo a la población, nunca lo hicieron. Los politicuchos de turno dejaron que el ladrillo fuese el motor de nuestra economía, ¡en pleno siglo XXI! ¿para qué invertir en investigación y desarrollo pudiendo tirar de pelotazo urbanístico? y así se formó la burbuja inmobiliaria.