Por Chelsea Harvey, 6 de junio de 2017
A medida que los glaciares de Groenlandia vierten el hielo en el Océano Ártico se está produciendo un aumento del nivel de los mares, dicen los científicos. Un nuevo estudio sugiere que si tal cosa se sigue produciendo, la afluencia de agua dulce procedente de la fusión del hielo podría interferir en el flujo de un importante sistema de corrientes oceánicas, que a su vez podría provocar una enorme sequía en el Sahel africano, una estrecha región que se extiende desde Mauritania, en el oeste, hasta Sudán en el este.
Las consecuencias podrían ser las de una devastación en la agricultura a medida que cambia el clima de la zona. Y en el peor de los escenarios, decenas de millones de personas podrían verse obligadas a emigrar a otros lugares.
“Las implicaciones, cuando se expresan en términos de vulnerabilidad de la población en esa región, son dramáticas y nos recuerdan lo sensibles que son sus medios de subsistencia frente a los cambios en el clima”, dijo Christopher Taylor, meteorólogo del Centro de Ecología e Hidrología del Reino Unido y experto en el clima de África Occidental, que no participó en esta investigación.
El estudio, publicado el lunes en la revista Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias, ha utilizado un modelo de cambio climático para investigar la influencia de la pérdida de diferentes cantidades de hielo de Groenlandia, lo que se correspondería con diferentes niveles de aumento del nivel del mar en el sistema climático del Sahel Occidental. Estudios previos ya sugerían que esta región puede ser particularmente vulnerable a los cambios en el clima provocados por modificaciones en el océano.
La idea es que grandes volúmenes de agua procedentes del deshielo de Groenlandia tienen el potencial de desacelerar un importante sistema de corrientes oceánicas, conocido como Circulación Meridional Atlántica, o AMOC. Los expertos han descrito tal sistema como una enorme cinta transportadora, que transporte agua caliente desde el ecuador hasta el Ártico y agua fría hacia el sur. Este transporte de aguas de diferentes temperaturas influye en los procesos atmosféricos y ayuda a regular el clima de toda la región atlántica.
A medida que los glaciares de Groenlandia se derriten, los científicos piensan que la afluencia de agua fría podría alterar la transferencia de calor, lo que a su vez puede provocar cambios en los patrones atmosféricos en todo el Atlántico y alterar los patrones climáticos en todo el mundo. De hecho, los estudios previos realizados indican que los períodos anteriores en los que se produjo una fusión del hielo, pueden haber causado que el clima de África Occidental se volviera más seco.
Los investigadores estaban interesado en saber si esto podría suceder de nuevo.
En su investigación, asumieron que la actual trayectoria de las emisiones sugiere unos altos niveles de calentamiento global en un futuro y un aumento sin precisar del nivel del mar y de fusión de los hielos de Groenlandia. Los autores modelaron escenarios que iban desde medio metro hasta los 3 metros de aumento del nivel mar, admitiendo que “el escenario que prevé un aumento de 3 metros de elevación del nivel del mar está muy por encima de las estimaciones de los glaciólogos”, dijo el autor principal del estudio, Dimitri Defrance, del Instituto Pierre Simon Laplace de Francia.
La posibilidad de que se produzca un aumento en tres metros del nivel del mar sería en una situación extrema, pero los científicos del clima ahora piensan que un aumento de 1 o 2 metros durante el presente siglo entra dentro de lo posible, en un escenario de altas emisiones.
El modelo sugiere que una afluencia de agua dulce de Groenlandia ralentizaría la Circulación Meridional Atlántica, con un mayor aumento del nivel del mar y mayores efectos en el flujo de las corrientes a lo largo de este siglo. Y esta desaceleración tendría importantes consecuencias para el África Occidental. Con un metro o más de elevación del nivel del mar, el resultado sería el de una disminución inmediata y significativa de las precipitaciones en el Sahel Occidental, con una reducción de hasta el 30% de las lluvias entre los años 2030 a 2060. Al mismo tiempo, las temperaturas en la región se espera que aumenten como resultado de la continua progresión del cambio climático.
Estos cambios combinados tienen consecuencias potencialmente graves para la agricultura, dicen los investigadores. A medida que aumentan las temperaturas, muchos cultivos requerirán de mayores cantidades de agua para sobrevivir y una reducción de las precipitaciones puede tener un efecto devastador.
Los investigadores se ocupan sobre todo del mijo y el sorgo, dos de los cultivos básicos de la región, señalando que el área de tierra apta para el cultivo en el Sahel podría reducirse en más de 104.000 hectáreas a lo largo del siglo, si el aumento del nivel del mar fuese de un metro o más. Decenas, incluso cientos de millones de personas, dependiendo de los futuros cambios en la población de la región, podrían verse afectadas por las pérdidas en la agricultura, viéndose muchos forzados a emigrar a otras áreas para sobrevivir.
“La solución es la migración o la adaptación”, dijo Defrance. Es posible que otros cultivos con menos necesidades de agua ayuden a compensar las pérdidas, pero es probable que muchas personas se vean obligadas a trasladarse bajo estas condiciones.
Debido a que el estudio se basa en la estructura habitual, sus conclusiones no son un retrato definitivo del futuro. Muchos científicos piensan que los términos del Acuerdo sobre el Clima de París, en el que las naciones de todo el mundo han acordado reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, nos prepararían para un futuro climático no tan extremo de lo que se predice en algunos escenarios que preveían continuar con la actual trayectoria, aunque el anuncio del abandono por parte de Estados Unidos de este Acuerdo puede hacer que su éxito sea más incierto.
Es difícil predecir en que podrían cambiar los resultados de este estudio si el calentamiento fuera menos severo del previsto, dijo Tomas Haine, un experto en corrientes oceánicas de la Universidad Johns Hopkins, que no participó en este estudio. Las consecuencias climáticas para el África Occidental también podrían ser menos severas, o podrían ser similares a las señaladas en el estudio. Se necesitarán modelos adicionales para averiguarlo.
Tanto Haine como el experto en Física Océanica, Stefan Rahmstorf, del Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático, también advierten que el nuevo estudio se basa sólo en simulaciones de un solo modelo climático. Para aumentar las certezas de las conclusiones del estudio, las mismas simulaciones debieran ejecutarse con diferentes modelos climáticos. Como tal, Haine, sugirió que las conclusiones de la investigación suponen “un interesante resultado provisional”.
Pero los resultados generales son creíbles, según Rahmstorf, que tampoco participó en la investigación.
“Se sabe que situaciones anteriores en las que se produjo una fusión de los hielos tuvo un importante impacto en las precipitaciones tropicales, y los mecanismos físicos de todo esto se comprenden bastante bien. Por lo tanto, incluso sin modelos de simulaciones, es de esperar un cambio en las precipitaciones en las regiones tropicales en caso de que se produzca una importante desaceleración del Sistema de Corrientes del Golfo, porque eso supondría un importante cambio de los patrones de temperaturas”, dijo al Washington Post por correo electrónico.
Y añadió Defrance que mientras que el nuevo estudio se centra específicamente en el Sahel Occidental, no es ni mucho menos el único lugar en verse afectado. Si bien el impacto sobre la agricultura en otros lugares puede ser menos severo, la Corriente Meridional Atlántica influye en el clima de todo el Atlántico, incluyendo Europa Occidental y la costa este de América del Norte.
“Es un cambio climático inducido por la fusión de la capa de hielo, algo que afecta a todo el mundo”, dijo Defrance.
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