Por Terry Messman
Portada de Anatomía de una epidemia: Medicamentos psiquiátricos y el asombroso aumento de las enfermedades mentales, libro de Robert Whitaker.
El periodista de investigación Robert Whitaker, autor de La locura en Estados Unidos, ha llevado a cabo una investigación de cómo los medicamentos psiquiátricos producidos por la Industria Farmacéutica están poniendo en peligro a los ciudadanos al encubrir el sufrimiento, la angustia y las enfermedades causadas por la gran cantidad de estos medicamentos antidepresivos y antipsicóticos que se prescriben.
Whitaker expone las enormes mentiras y los encubrimientos que ha permitido corromper el proceso de revisión de los medicamentos por parte de Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), la manipulación de estudios de investigación, que dando la vuelta a los resultados han ocultado los graves peligros e incluso mortales efectos secundarios. Se refiere a medicamentos tales como el Prozac, Zoloft, Paxil y Zyprexa.
La situación se vuelve aún más alarmante cuando nos damos cuenta de las agresivas tácticas empleadas por la Empresas Farmacéuticas para silenciar a sus críticos y difamarles en la prensa, e incluso despedir a reconocidos científicos por haberse atrevido a señalar los peligros y los riesgos, tales como suicidio o muertes prematuras, causados por estos medicamentos.
Whitaker comienza desacreditando la eficacia de la enorme cantidad de medicamentos que se administran, antidepresivos como el Prozac, Zoloft y Paxil, y los nuevos fármacos antipsicóticos, como Zyprexa. Su investigación le ha llevado a descubrir que a veces estos medicamentos no son más efectivos que los placebos utilizados en los trastornos mentales y las depresiones, a pesar de lo que diga la publicidad que tanto se reitera en los medios de comunicación.
Es más, hace una sorprendente afirmación: que estos nuevos fármacos psiquiátricos han contribuido directamente a una nueva epidemia de enfermedades mentales inducidas por dichos fármacos. Los mismos fármacos prescritos por los médicos para tratar los trastornos mentales estarían induciendo de hecho cambios patológicos en la química del cerebro y podría ser la causa de suicidios, episodios maníacos y psicóticos, convulsiones, violencia, diabetes, insuficiencia pancreática, enfermedades metabólicas y muerte prematura.
Whitaker ejerció primero como periodista sobre temas médicos y alcanzó un cierto prestigio en el Albany Times Union y también lo ha hecho en el Boston Globe. Realizó una investigación sobre las prácticas psiquiátricas perjudiciales, lo que dio lugar a una serie de artículos que aparecieron en el Boston Globe, siendo finalista para el Premio Pulitzer en 1998. Cuando comenzó su investigación sobre temas psiquiátricos, Whitaker todavía creía en esas historias de los progresos de la Psiquiatría, que tanto se han venteado durante décadas.
Dijo: “Yo creía como el resto de la gente que estos fármacos antipsicóticos realmente mejoraban las cosas y que habían evolucionado en su forma de tratar la esquizofrenia. La gente solía ser encerrada para siempre y que ahora tal vez las cosas estaban mucho mejor, que se había progresado en el tratamiento”.
Pero no, se trata de una falsa historia de progreso . Whitaker pronto se dio cuenta y modificó su visión al comprobar ciertas prácticas psiquiátricas como los electroshock, las lobotomías, el coma insulínico y fármacos neurolépticos se seguían practicando. Los psiquiatras decían a la gente que estas técnicas curaban psicosis o equilibraban la química del cerebro.
Pero en realidad, el hilo conductor de todos estos tratamientos ha sido el de acabar con las enfermedades mentales dañando de forma deliberada las funciones superiores del cerebro. Lo cierto es que de puertas adentro, el establishment psiquiátrico ha etiquetado a estos tratamientos como “terapias que dañan el cerebro”.
La primera generación de fármacos antipsicóticos provocó una patología cerebral inducida por fármacos que bloqueaban la dopamina, un neurotransmisor y, esencialmente, la de obstaculizar muchas de las funciones cerebrales superiores. De hecho, cuando se introdujeron los primeros antipsicóticos, tales como Thorazine y Haldol, los psiquiatras dijeron de estos fármacos neurolépticos que no se distinguían prácticamente de una “lobotomía química”.
En los últimos años, los medios de comunicación han anunciado la llegada de las llamadas drogas de diseño, como el Prozac, Paxil y Zyprexa, que se supone tienen unos rendimientos superiores y menos efectos secundarios que los antiguos antidepresivos tricíclicos y los primeros antipsicóticos. Millones de personas se han creído estas historias y han enriquecido a las Empresas Farmacéuticas con miles de millones de dólares por la venta de estos nuevos medicamentos.
La investigación de Whitaker sobre los sufrimientos y muertes prematuras causados por estos fármacos muestra que millones de personas han sido engañadas por una gigantesca campaña de mentiras, distorsiones y ensayos clínicos comprados. Los investigadores médicos que han tratado de advertirnos de los peligros de estas drogas han sido silenciados, intimidados y difamados. La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) se ha convertido en el perrito faldero de la Industria Farmacéutica, en lugar de ser su perro guardián.
Street Spirit ha entrevistado a Robert Whitaker sobre esta nueva “epidemia” de trastornos mentales, y cómo las Empresas Farmacéuticas han sacado provecho de la venta de estas drogas que causan más daño.
Street Spirit (SS): Su nueva línea de investigación nos dice que se ha producido un gran aumento en la incidencia de las enfermedades mentales en los Estados Unidos, y eso a pesar de los aparentes avances en una nueva generación de fármacos psiquiátricos. ¿Por qué se hace referencia a este aumento como una epidemia?
Robert Whitaker (RW): El psiquiatra Fuller Torrey recientemente escribió un libro en el que ya decía que estábamos sufriendo una epidemia de enfermedades mentales. Cuando el Instituto Nacional de Salud Mental publica sus cifras sobre la incidencia de las enfermedades mentales, se observa que hay un número creciente de personas con enfermedades mentales. Algunos informes recientes dicen que el 20% de los estadounidenses tienen algún tipo de enfermedad mental.
Así que mis pretensiones eran dobles. Quería estudiar cómo se produce este dramático aumento de las enfermedades mentales y en particular de las enfermedades mentales graves. Parte de este aumento en el número de personas de las que se dice que tienen una enfermedad mental es sólo por definición. Se han establecido unos límites excesivamente amplios, de modo que entran dentro de ellos todo tipo de personas en la categoría de enfermos mentales. Si un niño no está bien sentado en la silla del aula entonces se dice que tiene un trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH), y así creamos un nuevo trastorno denominado trastorno de ansiedad social.
SS: Entonces, ¿lo que antes se consideraba simplemente como timidez o ansiedad ahora se etiqueta como un trastorno mental y supuestamente esa persona necesita un antidepresivo como Paxil para tratar su trastorno de ansiedad social?
RW: Exactamente. O necesita un estimulante como Ritalin para el TDAH.
SS: Esta consideración hace aumentar el número de clientes que acuden a las consultas del Psiquiatra, pero a la par ¿no aumenta también el número de personas a las cuales las Empresas Farmacéuticas venden sus medicamentos psiquiátricos?
RW: Por supuesto. Así que parte de lo que estamos viendo no es más que la creación de un mercado mucho mayor para la venta de estas drogas. Si pensamos en ello, entonces nos daremos cuenta de cómo se amplia el círculo, cada vez más grande al expandirse los límites de la enfermedad mental: la psiquiatría tiene más clientes y se venden más medicamentos. Así que hay un incentivo económico para definir la enfermedad mental en términos lo más amplios posibles, de modo que comportamientos ordinarios, emociones de angustia, o comportamientos que no pueden gustar a otras personas, se etiquetan como enfermedad mental.
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