El capital como poder:hacia una nueva cosmología del capitalismo (1)

por Shimshon Bichler y Jonathan Nitzan y / 06 de mayo 2010

Las teorías convencionales del capitalismo se encuentran sumidas en una profunda crisis: después de siglos de debate, todavía son incapaces de decirnos lo que es el capital. Los liberales y los marxistas piensan en el capital como una entidad económica que cuenta con unidades universales: la utilidad y el trabajo en abstracto, respectivamente. Sin embargo, estas unidades son totalmente ficticias: no puede ser ni observadas ni medidas. No existen. Y ya que el liberalismo y el marxismo dependen de estas unidades, no existentes, sus teorías se bloquean y quedan en suspensión. No pueden explicar el proceso más importante: la acumulación de capital.

Esta división no es casual. Cada modo de ejercer el poder se desarrolla acompañado de sus teorías e ideologías dominantes. En el capitalismo, estas teorías e ideologías originalmente pertenecían al estudio de la economía política, la primera ciencia mecánica de la sociedad. Pero el modelo capitalista de poder ha ido cambiando, y como los fundamentos del poder del capital fueron cada vez más visible, la ciencia de la economía política se desintegró. En el siglo XIX, con el capital tomando el mando, la economía política se bifurcó en dos espacios distintos: la economía y la política. Y en el siglo XX, cuando la lógica de poder del capital ya había penetrado en todos los rincones de la sociedad, los restos de la economía política se fracturaron aún más en muy diversas ciencias sociales . En la actualidad, el capital reina, aunque los científicos sociales se han quedado sin un marco coherente sobre el que basar su crítica.

La teoría del Capital como Poder ofrece una alternativa unificada para este tipo de división: sostiene que el capital no es una estrecha entidad económica , sino una cuantificación simbólica. El capital tiene poco que ver con la utilidad o el trabajo abstracto, y se extiende mucho más allá de las máquinas y las líneas de producción. De forma más general, representa el poder organizado de los grupos dominantes del capital para reordenar la sociedad en su propio provecho.

Este punto de vista conduce a una cosmología diferente del capitalismo. Ofrece un nuevo marco teórico basado en el doble concepto de capital dominante y de acumulación diferencial, una nueva concepción del estado del capital y una nueva historia del modo en el que el capitalismo ejerce el poder. También introduce nuevos métodos de investigación empírica, incluyendo nuevas categorías, nuevas formas de pensar, relaciones y presentación de datos; nuevas estimaciones y mediciones y, por último, el comienzo de un nuevo plan contable, desglose que revela la dinámica conflictiva de la sociedad.

La Cosmología capitalista

Como Marx y Engels nos dicen al principio de La ideología alemana (1970), el régimen capitalista está indisolublemente ligada a sus teorías e ideologías. Estas teorías e ideologías, primero articuladas por la economía política clásica, son mucho más que un intento de explicación pasivo, que justifique o critique el sistema económico dominante. Por el contrario, constituyen una cosmología entera – un sistema de pensamiento que es a la vez activo y totalizador.

En el antiguo griego, Kosmeo tiene una connotación activa: que significa «orden» y «organización», y la economía política hace precisamente eso. Se explica, justifica y se hace una crítica del mundo, colocando activamente este mundo en primer lugar. Por otra parte, la economía política se refiere no a la economía según un margen estrecho, sino a todo el orden social, así como el universo natural en el que se inserta este orden social.

El propósito de este trabajo es describir una cosmología alternativa, el comienzo de un marco totalmente diferente para entender el capitalismo.

Por supuesto, sugerir una alternativa supone saber lo que entra en juego y lo que tratamos de sustituir. Al exponer las bases, se empieza por detallar lo que creemos que son los distintivos de la cosmología capitalista actual. Tras este paso inicial, se enumeran las razones de por qué durante el siglo pasado esta cosmología se ha ido desintegrando, hasta el punto ya de ser incapaz de dar sentido y recrear su mundo. Y luego, para finalizar, se articulan algunos de los temas clave de nuestra propia teoría, la teoría del capital como poder.

Fundación I: La separación de la economía de la política

La economía política, liberal y marxista, se asienta sobre tres pilares fundamentales: (I) una separación entre la economía y la política; (II) comprensión mecánica newtoniana de la economía, y (III) una teoría del valor que rompe la economía en dos esferas, la real y la nominal, y que utiliza las cantidades de la esfera real para explicar las de la nominal. Ésta, y las siguientes dos secciones, examinan estas bases, a partir de la separación entre política y economía.

Durante los siglos XIII y XIV, surgieron en las ciudades-estados de Italia y los Países Bajos una alternativa al estado feudal rural. Esta alternativa fue el orden urbano de los burgos en base al capital. Los gobernantes de los burgos fueron los capitalistas. Ellos eran los dueños del dinero, de las casas comerciales y los buques, pero eran los gerentes de la industria los emprendedores de las nuevas tecnologías, los buscadores de métodos innovadores de producción.

Karl Marx

Estos capitalistas tempranos ofrecieron una nueva manera de organizar la sociedad. En lugar del orden vertical feudal, en el que se obtenían los privilegios e ingresos por la fuerza y santificado por la religión, trajeron una organización civil horizontal, donde el privilegio y la productividad de los ingresos se hacía de forma racional. En lugar del circuito cerrado de la redistribución de la agricultura mediante la confiscación, aseguraron el crecimiento industrial de una forma más abierta. En lugar de la ignorancia, trajeron el progreso y el conocimiento. En lugar de sumisión, ofrecieron oportunidades.

El suyo fue el inicio del orden capitalista, una forma «económica» explícita basada en un ciclo sin fin de producción y consumo donde se acumula cada vez mayor cantidad de dinero.

Inicialmente, el Burgo estaba subordinado al orden feudal en el que surgió, pero esa condición fue cambiando paulatinamente. Los burgos comenzaron a exigir y obtener libertades, es decir, exacciones de impuestos y gravámenes. La burguesía reconoció la legitimidad de la política feudal, en particular en materia de religión y guerra. Sin embargo, exigió que esta política no interfiriese en su economía urbana. Esta lucha temprana de clases, origina un conflicto de poder entre la nobleza en declive y la burguesía en ascenso, es el origen de lo que ahora consideramos como la separación de economía y política.

Las características de esta separación vale la pena resumirlas, comenzando por el punto de vista liberal. A lo largo de los últimos 500 años, los liberales se han acostumbrado a clasificar la producción, la tecnología, el comercio, los ingresos y los beneficios, como los aspectos que conforman parte de la Economía. Por el contrario, las entidades de tipo estatal, como son a ley, el ejército y la violencia se clasifican como pertenecientes a la política.

La economía se considera la fuente productiva. Es el reino de la libertad individual, la racionalidad, la frugalidad y el dinamismo. Genera producción, aumenta el consumo y la sociedad se mueve hacia delante. Por el contrario, la política es concebida como entidad coercitiva colectiva, formada por corruptos, derrochadores y muy conservadora. Es una esfera parasitaria que se engancha a la economía, crea los impuestos e interviene en sus operaciones.

Lo ideal sería que la economía se dejase a sus solas fuerzas. El laissez-faire político produciría el óptimo resultado económico. Pero en la práctica, se nos dice, que éste no es el caso: la intervención política, constantemente distorsiona la economía, socava su funcionamiento eficiente y obstaculiza la producción de bienestar individual. La ecuación liberal, entonces, es simple: la mejor sociedad es una con más economía y menos política.

La visión marxista de esta separación es diferente, pero no del todo. Para Marx, el proyecto liberal que escinde la sociedad civil es un ideal engañoso, por no decir directamente un autoengaño. El acto jurídico de establecer una economía privada al margen de la política pública, enajena la propiedad, y esa alienación dice sirve para defender los intereses privados de los capitalistas en contra de la búsqueda colectiva de una sociedad justa. Desde esta perspectiva, una estructura político-jurídica aparentemente independiente no es la antítesis, pero sí esencial para la economía material, ya que permite a los órganos y a la burocracia del Estado legitimar los capitales, la acumulación en su forma universal y ayuda a mantener el sistema capitalista en su conjunto.

En otras palabras, Marx acepta fácilmente la dualidad liberal, pero con un gran giro. Cuando los liberales ven una contradicción entre el bienestar económico y el poder político, Marx ve dos formas complementarias de poder: una base material y económica de explotación y una estructura de apoyo jurídico-estatal de opresión.

Históricamente, las instituciones coercitivas y los órganos del estado van evolucionando como complementos necesarios para crear los mecanismos de extracción del excedente económico: en conjunto, constituyen la totalidad de lo que los marxistas llaman un «modo de producción». Pero la relación entre estos dos aspectos no es simétrica: en cualquier época histórica particular, la naturaleza y el alcance de la intervención del Estado se basa en las necesidades concretas de la extracción de excedentes. Para ilustrar este caso: durante el siglo XIX se dan los requisitos dictados como métodos de no-intervención del laissez faire; hacia la mitad del siglo XX se pidió la macro-gestión del keynesianismo, y al comienzo del siglo XXI hay un mandato que regule un neoliberalismo financiado.

En otras palabras, a diferencia de la cosmología liberal, donde la sociedad consiste en individuos que buscan utilidad y para quien el estado es un proveedor de servicios especializados en el mejor de los casos, pero que genera una distorsión en el peor de los casos; en la cosmología Marxista el Estado es necesario para dar la posibilidad misma de capitalismo. Pero aquella necesidad está condicionada ya que el Estado está subyugado a la Economía.

Thomas Malthus

Siguiendo los pasos de sus predecesores clásicos, sobre todo Smith y Ricardo, Marx, también da a la economía prioridad sobre la política. Cautivado por los métodos y los triunfos de la ciencia burguesa, buscó las razones latentes que en última instancia están detrás de las fuerzas mecánicas que mueven la sociedad. Y al igual que sus homólogos burgueses, Marx también encuentra el lugar de estas fuerzas en la economía .”

De la esfera productiva, y especialmente del trabajo, argumentó que es el motor del desarrollo social. Aquí es donde se crea valor de uso, donde se genera la plusvalía, donde el capital se acumula. La producción es la fuente. Es la última «fuente» de la que las otras esferas de la sociedad extraen su energía, la energía que a su vez se usa para ayudar a formar y sostener la esfera de la producción, de la que todo depende. Y así, aunque para Marx la Economía y la Política están profundamente interrelacionadas, su interacción es la de dos conceptos diferentes y dos entidades asimétricas.

http://dissidentvoice.org/2010/05/capital-as-power/

Parte 2ª:

http://noticiasdeabajo.wordpress.com/2010/05/11/el-capital-como-poder-2-hacia-una-nueva-cosmologia-del-capitalismo/