“Accidentes” y “liderazgos”
escrito por Leopoldo Lavín Mujica
martes, 24 de agosto de 2010
Pese a la distancia geográfica, tres casos recientes de catástrofes o “accidentes” de estos últimos meses tienen incuestionables similitudes de fondo o el mismo “pattern” causal. El de la petrolera BP en el Golfo de México, el de los incendios forestales asfixiantes de Moscú, y el de la mina San José donde se encuentran atrapados vivos los 33 mineros, corresponden a una común e implacable lógica: la del liberalismo o la búsqueda de la ganancia y del interés privado a ultranza.
A esta actitud capitalista y mercantil típica se añade “un modus operandi” empresarial que no prevé las consecuencias ni hace una gestión estratégica de los riesgos inherentes ni residuales a la actividad correspondiente. La prevención “encarece los costos”, dicen cínicamente los manuales de economía neoliberal. Vamos viendo.
En los tres casos el relajo institucional en las normas legales y de seguridad permitió que se instalaran estructuras que facilitaron mecanismos y reflejos de “agentes” cuya finalidad es “optimizar” las ganancias pero sin tomar las precauciones racionales para el medio ambiente y la población involucrada.
En el primer caso se flexibilizaron las reglas de protección del medio ambiente y se entregaron prebendas fiscales a las petroleras que perforaban bajo las aguas del Golfo de México en el gobierno de G.W. Bush para permitir que el “oro negro” sea bombeado de los fondos marinos. Esta política estatal fue aprovechada por las multinacionales petroleras, pero sin invertir en la tecnología adecuada para prevenir las explosiones ni reparar los derrames. Consecuencia: los costos para los frágiles ecosistemas marinos son irreparables.
El segundo, los incendios forestales en la mítica Moscú, que se asemejan por las apariencias a incendios comunes y silvestres a los cuales la televisión nos ha acostumbrado, pero de proporciones alucinantes y con riesgos sanitarios incalculables, tiene por causa la privatización del bosque público y los consiguientes despidos de bomberos forestales rusos… para recortar el gasto fiscal (1).
Y en el de los 33 mineros cuya vida sigue pendiendo de un hilo, la mina de San José que debió clausurarse hace tiempo por el Sernageomin, siguió funcionando para beneficio de sus empresarios y riesgo permanente para las vidas de los trabajadores. Lo anterior con el consentimiento de los organismos “competentes” y de las más altas autoridades estatales chilenas.
En los tres casos citados el Estado como garante del Bien Común; de la seguridad y calidad de vida de todos los ciudadanos, falló en su misión.
Y en la situación —la peor porque la sufren directamente 33 mineros— que nos preocupa por la proximidad afectiva, ¿cual es el tono de columnistas y estrategas de la prensa dominante?
En vez de concentrarse en la institucionalidad neoliberal en la esfera del trabajo, que desampara privando de sus derechos los trabajadores pero que protege las actividades mineras lucrativas de empresarios inescrupulosos, otorgándoles licencias a para explotar minas sin las condiciones mínimas de seguridad, no faltaron aquellos que le echaron la culpa a la “fatalidad” y que alabaron el “milagro”. Otros prefirieron saludar el “riesgo político de Piñera” obviando que éste no hizo más que cumplir con el deber de cualquier político en una situación parecida; hacerlo todo para salvar esas vidas trabajadoras, sobretodo si se está de capa caída en la temidas encuestas(2).
Así, el análisis político pervierte los valores sociales fundamentales. En vez de afirmar que pese a la euforia mediática, son los trabajadores (la condición proletaria) entrampados quienes viven el riesgo de manera permanente (con sus familias que continúan en la incertidumbre y el sufrimiento) debido a la negligencia patronal y estatal, se enfoca la atención a la capacidad del líder político a “apostar al riesgo” para ganar “prestigio” y … subir en las encuestas.
Una sociedad que olvida siempre a sus trabajadores y exalta los valores individuales y las “capacidades del líder”, es una sociedad donde el liberalismo se ha impuesto como ideología dominante en la esfera política. Es hora de poner adelante los principios colectivos y solidarios propios de la clase trabajadora. Confiar en las promesas del líder y empresario para que esto no se repita es claudicar ante la retórica de las elites dominantes.
Es necesario un movimiento sindical democrático recompuesto con un liderazgo colectivo y luchador, que se ponga de pié orgulloso, que surja de la base y que asuma los intereses de los trabajadores en el plano de la seguridad y salud en el trabajo, con una agenda propia de movilizaciones para imponer las demandas de los trabajadores y sus derechos a una vida digna, sana y segura.
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(1) El 4 de agosto 2010, en Radio France Culture, Marie-Hélène Mandrillon, investigadora del prestigioso CNRS (Centro Nacional de la Investigación Científica), especialista del medioambiente ruso y profesora de la “Ecole des hautes études” en Ciencias Sociales, recordaba que: “hace tres años la reforma del código forestal ruso transfirió estos bosque, que no eran considerados como recursos naturales explotables a los “gobiernos regionales” rusos, lo cuales, sin recursos financieros —una parte de éstos se fueron a cuentas secretas de los bancos suizos, luxemburgueses, londinenses y otros— suprimieron 70.000 guardias forestales, subraya la investigadora. Ver artículo completo sobre el tema en:
http://www.npa2009.org/content/russie-incendies-catastrophiques-ils-etaient-%C2%ABplanifies%C2%BB-wwwlabrechech
(2) Me refiero a las elogiosas y ditirámbicas columnas de Patricio Navia y de Héctor Soto en La Tercera del lunes 23 de septiembre y a los comentarios de Ernesto Ottone a una radio santiaguina.
Leopoldo Lavín Mujica, M.A. en Communication publique de l’Université Laval, Québec, Canadá, B.A. en Philosophie et Journalisme.
Fuente: http://www.elclarin.cl/index.php?option=com_content&task=view&id=22156&Itemid=48